En una mañana fría y lluviosa, gris, con el invierno ya entrado, como parte de la rutina semanal, ponían rumbo a Ciudad Real desde Madrid Matías di Gregorio, Fernando Dignani y Dani Giménez, nuestro míster en ese momento. Aún con la luz de la madrugada, a mitad de camino, en la autovía, se cruzaba un perro de gran tamaño, un mastín de los Pirineos, sucio por el barro, pero pese a su imponente porte, asustado y desorientado.

Estaba poniendo en jaque a los conductores, creando verdadera situación de peligro, ante lo que ellos no dudaron en parar con la prudencia debida e intervenir. Consiguieron acercarse a él, ganarse su confianza rápidamente y meterlo en la parte de detrás del coche, continuando el viaje a Ciudad Real.
A la llegada al ‘Poli’, para alborozo general en el CD Manchego, suponiendo una gran alegría en un momento en el que se necesitaba, en todos los miembros del club surgía el sentimiento de cuidarlo, de adopción, pero obviamente, había que averiguar sobre su origen. Gracias a Augusto, componente de la plantilla del Patronato, y siempre con su disposición a ayudar en todo a los que formamos parte de esa gran vida diaria de nuestro polideportivo, nos puso en contacto con una amiga suya, veterinaria, Gema Arroyo, que nos guio y ayudó desinteresadamente durante todos los meses posteriores.
Pero ya en ese primer día, fue nuestro jugador Israel Peter el que tomó la delantera a todos para ofrecerse a hacerse cargo de él y, con la ayuda de sus compañeros y miembros del club, pasó por la clínica para someterse a una conveniente revisión y a una necesaria sesión de peluquería.

Hoy ‘Manche’ convive con nuestro Peter, bajo sus abundantes cuidados, formando parte de la familia mancheguista. Incluso, nos ha acompañado en algún partido, posando feliz con nuestro equipo, y transmitiéndonos fortuna y buenas sensaciones.

Una bonita historia con final feliz tras un encuentro inesperado.
